Eduardo Llanos (Santiago,1956)

Eduardo Llanos Melussa es psicólogo y poeta, y ejerce la docencia en Psicología de la Comunicación y de la Creatividad en Santiago. Ha publicado Contradiccionario (Santiago, 1983), publicación que consta de tres poemarios: Textos y pretextos, Eros/iones y Pasábamos por aquí. Partes de ese libro habían obtenido el Primer Premio en varios certámenes de poesía: Ariel (1978), Concurso Nacional de Literatura Juvenil (1978), Gabriela Mistral (1979), Juego Florales Semana Valdiviana (1982). Tiene parcialmente publicado Disidencia en la tierra, libro que (en entregas parciales y participando bajo pseudónimo) obtuvo el Premio Iberoamericano “Javiera Carrera” (1984), el Premio Latinoamericano “Rubén Darío” (Nicaragua, 1988) y el Premio Centenario de Gabriela Mistral (1989). Conserva inédito Como un brasero que se extingue en la llovizna (Premio “Pedro de Oña” 1990) y otros poemarios. En 1995 publicó Porque escribí, antología crítica de Enrique Lihn preparada para la Editorial Fondo de Cultura Económica, la cual va ya en su segunda edición. Ha publicado además prólogos y estudios sobre Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, entre otros, y mantiene parcialmente inédito un largo ensayo sobre los poetas suicidas de América Latina.



Medianoche

Yo no sé qué amo al ingresar a ti
mordiendo el nuedo ciego que hacemos cada noche.
Acaso haya otro en mi que se me oculta
y te busca para prolongarse
y esto que llamo amor
no sea más que una campana oxidada,
ávida de tañer en no importa cuál oído.

Pero cuando te acercas tan suave y desnuda
y me rescatas de esta nube mental, de estas dudas inútiles
ya no me importa ser o no ser amado,
sino aprender a amarte.

Asiladora

Ella es taciturna
como un funeral de un hombre justo,
pero siempre me acoge cuando busco asilo
en esa patria plena que es su cuerpo
y se alegra si yo toco sus pezones
como el timbre de una casa quinta solariega.

Las muchachas sencillas

Las muchachas sencillas
dudan que el mundo sea un balneario
para lograr bronceados excitantes
y exhibirse como carne a la parrilla
de una hostería al aire libre.
Las muchachas sencillas
no cultivan el arte de reptar hacia la fama
ni confunden a las personas como peldaños
ni practican ocios ni negocios
ni firman con el trasero contratos millonarios.

Las muchachas sencillas
estudian en liceos con goteras,
trabajan en industrias y oficinas,
rehúyen las rodillas del gerente,
hacen el amor con Luis González
en hoteles, en carpas, en cerros, en lugares sencillos.

Las muchachas sencillas
se convierten en madres, en esposas sencillas
luchan largos años como sin darse cuenta,
llenándose de canas, de várices y de nietos.
Y cuando abandonan este mundo
dejan por todo recuerdo sus miradas
en fotos arrugadas y sencillas.


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